Cartas a la deriva | Relato

No sé cuánto tiempo pasará hasta que desaparezcas de mi memoria, ni si cuando llegue esta carta seguirás recordándome.

He limpiado mi cuerpo, miles de veces, para borrar el rastro de tus besos. Escondí todas nuestras sonrisas en cajones y arrojé, por la ventana, todas las promesas que rotas. Olvidé tu nombre, tu rostro y quién eras. Me deshice de todas nuestras cosas, y no volví a mirarlas. Pero hay una única cosa que es imposible borrar; todo lo que me hacías sentir. Esa huella quedó como un tatuaje, a fuego, en la piel.


Ello hace más difícil mirar a los ojos de quién acabó contigo. Aún el mismo color esmeralda, la misma sonrisa torcida, el cabello revuelto e incluso la misma voz, tú ya no estás ahí dentro. Te fuiste incluso antes de que  yo me diese cuenta. Ese instante en el que empecé a sentir frío aun teniendo tu compañía, cuando las risas cesaron y tus abrazos ya no transmitían nada.

No hubo tiempo para despedidas ni últimos momentos. En una misma caricia sentí como tu luz se apagaba y me soltaste.
Te busqué, como habías hecho tú cuando era yo la que se perdía. Pero esta vez fue demasiado tarde. Esta vez, no hubo manera de volver a encontrarse.

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